21 de julio de 2015

Testimonio de una experiencia pastoral con jóvenes


Desde el día 13 de Julio hasta el 17 del mismo mes, un grupo de 5 jóvenes que han recibido este año la confirmación y yo, como responsable, hemos peregrinado a Santiago de Compostela. Comparto con todos los lectores de la página web unas reflexiones sobre esta peregrinación.

Peregrinar es, para mí, caminar dando sentido al camino de nuestras vidas, y hacerlo desde Aquél que da sentido a todo: Cristo. Esta experiencia ha sido un ponerse en camino con miedos e inseguridades, pero todo compartido entre los 5 jóvenes y yo, como seminarista de la Congregación de la Misión.

Cuando uno que se pone en camino, lleva sin duda todo aquello que solemos llevar cada día de nuestras vidas, pero cambia de lugar. La mochila es más pequeña y está llena de cosas que normalmente no están. Además, no estamos en casa, sino en casas diferentes a las que uno se ha de ir adaptando, y buscando lo bueno siempre de cada lugar. Otro cambio, la compañía, ya que no somos padres e hijos, somos hermanos en la fe, hijos en el Hijo de Dios. Y buscamos algo que alimente lo otro, buscamos aquello que da luz verdadera a nuestro día a día, la luz del Amor de Dios y de su alegría única.

Salimos muy de mañana desde Salamanca, llegamos a medio día a Lugo y después a Melide, donde visitamos el pueblo y descansamos para comenzar al día siguiente. Caminamos 3 etapas, unos 53 kilómetros, y lo hicimos con sentido específico y también conseguimos llegar a la considerada meta final de la peregrinación pero, en realidad es la meta inicial de lo que viene después. Nada termina en Santiago, sino que todo comienza allí. Han sido 5 días de vivir y de compartir, de llenarnos mutuamente de una fuente común: Jesús.
A lo largo del camino muchas cosas han venido a mi memoria y reflexión y, quiero compartir algunas de ellas, desde la humildad y la apertura que da el hacerlo con el corazón.

Lo primero que vino a mi memoria, fue mi primer camino de Santiago, las personas, los momentos, los lugares, lo que hicimos... y sin duda la emoción era grande y la oración fluida por todas aquellas personas que nos acompañamos y que supusieron para mí un punto importante en mi respuesta vocacional.
Pero también he reflexionado sobre mi testimonio con los jóvenes, que siempre ha de ser de alegría gozosa, pero no siempre se produce. Por eso, esta parte de la reflexión tiene dos partes: GRACIAS y PERDÓN.

Gracias a Dios por haberme enviado a esta peregrinación, por haberme acompañado, a través de mis formadores, en la preparación, y gracias por los jóvenes que han participado, que han dejado otros planes para ponerse en camino con un objetivo claro: llegar a Santiago peregrinando, no simple senderismo ni cultura, sino poniendo a Cristo en el centro de cada paso que íbamos dando, y gracias por los padres, que confiando en propuestas así, les apoyan en decisiones que implican el cultivo de su vida interior.

Gracias a los jóvenes, porque me siguen enseñando y ayudando, me acompañan y me confirman en mi vocación. Me hacen crecer como persona y avanzar con seguridad en mi vocación. Ha habido momentos muy buenos, buenos y otros menos buenos... De todos ellos he aprendido, espero que ellos también. La peregrinación también ayuda a ver los límites y nuestra capacidad para superarlos cuando nos apoyamos en bastón seguro.

Perdón les pido a ellos, a los jóvenes, por todas esas veces en las que no he sido testimonio de la alegría de Dios, por las veces en las que mis respuestas no han sido adecuadas..., por aquellas en las que esperaban otra cosa distinta a lo ofrecido, pero sin duda nunca ha sido con otro propósito que el de que ellos aspiren a lo mejor, a lo más bueno, a lo más alto... a Cristo, Hijo de Dios.
Para terminar, lo haré con una oración que hicimos todos ante la tumba del Apóstol, cada uno por sus intenciones y todos, por las intenciones de la Iglesia:

Apóstol Santiago, elegido entre los primeros, tú fuiste el primero en beber el cáliz del Señor y eres el gran protector de los peregrinos: haznos fuertes en la fe y alegres en la esperanza, en nuestro caminar de peregrinos siguiendo el camino de la vida cristiana y aliéntanos para que, finalmente, alcancemos la gloria de Dios Padre. Amén.

Os saludo a todos y os pido una oración por los jóvenes para que, buscando a Dios le encuentren y, encontrándole, le sigan con alegría. Al tiempo, os aseguro mi oración por todos vosotros.

Ricardo Rozas

Seminarista de la Congregación de la Misión

12 de julio de 2015

Dejarse hacer por el Espíritu

Ayer, tuvimos el último retiro del curso. Es un momento privilegiado pues una vez más he podido pararme, detenerme… ante el Señor y, examinarme. Durante la mañana se nos ha dicho algo que me ha tocado profundamente y es lo que me invita a compartir con vosotros. 
Lo dicho ha sido en referencia a la pobreza más necesaria, la pobreza de espíritu, entendida como un dejarse hacer, vinculando pobreza, espíritu y formación.
Han pasado casi tres años desde aquel septiembre que me vine a vivir a Salamanca, a formar parte de una comunidad dentro de la etapa previa, una etapa de discernimiento vocacional y de conocimiento mutuo. Esta etapa ha supuesto para mí un acercamiento profundo a la figura del fundador y una continua interpelación de mi propia vida. Sin duda habido momentos buenos y menos buenos, como siempre en la vida, pero de todos, de TODOS, he aprendido.
He vivido momentos muy importantes para mi vida y mi vocación, tanto con los hermanos de comunidad, como en las distintas pastorales a las que se me ha enviado desde ella, sin duda he de resaltar los tres años compartidos con los jóvenes de Carbajosa, que han culminado en su confirmación. A ellos les doy las gracias y a Dios por ellos, pues me han enseñado mucho y me han ayudado a ver el rostro de Dios en los jóvenes, que le buscan, que caminan y se alegran.
Este proceso que es el dejarse hacer por Dios, lleno de vida de oración, en comunidad, llevando a cabo un proceso de formación en distintos ámbitos y, escuchando la llamada de Dios cada día a entregarme como misionero paúl, me ha llevado a finales de este curso a solicitar al Visitador provincial la admisión al Seminario Interno y así a la Congregación de la Misión, como parte de mi respuesta a la llamada de Dios, no para ir "quemando" etapas, sino para responder en fidelidad y coherencia.
El pasado día 8 de julio, el Visitador me comunicaba, por carta: "pides entrar en la "etapa formativa del Seminario interno". Tengo el sumo gusto de comunicarte que, en la sesión del consejo provincial de ayer, fue aceptada tu petición; por lo que te felicito, a la vez que me alegra ver cómo el carisma vicenciano sigue teniendo atractivo entre los jóvenes de hoy". Y, añadía: "Pido al Señor y a San Vicente que bendiga tu vocación para que llegues a ser un buen misionero paúl. Puedes estar seguro de mi apoyo y del de todos los compañeros de provincia".
Sólo me queda dar gracias a Dios por mostrarme el camino de felicidad para mi vida y pediros, te recéis por mí para que sea fiel en todo momento al proyecto de Dios. Cada uno, según sepa, tenedme presente en vuestros pensamientos u oraciones.
También me gustaría compartir con vosotros, lo que va a ser mi verano. Todos los miembros de la comunidad somos enviados, desde ella, a diferentes lugares que suponen experiencias nuevas. Desde el día 13 de julio hasta el 17, tendré la suerte de peregrinar a Santiago de Compostela, acompañando y compartiendo este camino con un grupo de cinco jóvenes que han recibido este año la confirmación. Desde el 18 de julio al 23 estaré por Salamanca colaborando en el centro de espiritualidad.
Sin duda, lo más novedoso viene a partir del 23 de julio, que viajaré a París para desde allí, con un grupo de jóvenes franceses y un Padre de la Congregación, viajar al Líbano y participar en un campo de trabajo en ese país. Desde el 23 de julio hasta el 9 de agosto estaré en dicho servicio, sin duda algunos miedos me acompañan, sobre todo por el lenguaje, pero también me acompaña Cristo, que me llama, me invita y me sostiene… Y, cómo no, vuestras oraciones, amistad y cercanía.
A mi regreso del Líbano disfrutaré de unos días de descanso con mi familia, días para vivir y compartir. Tras ellos ya en septiembre, haré de nuevo las maletas pues el Seminario Interno es en Nápoles, así que partiremos para allá el día 21 de setiembre, dando comienzo el 29 de septiembre, fecha que se anota como la fecha de vocación y a partir de entonces uno es miembro admitido de la Congregación de la Misión, uno es misionero paúl.

La foto que acompaña esta publicación ha sido realizada por una joven del grupo de confirmación, es una foto preciosa que expresa y refleja aquello que quiero para mi vida y la vuestra…que podamos pintar los colores de Dios, con el pincel de nuestra vida. Que siempre reflejemos esa gran gama de colores en la vida de los demás, es nuestra responsabilidad, llevar la alegría de la Vida a los demás. 
A ti, que has dedicado un tiempo a leerme, te doy las gracias y rezo por ti.

13 de mayo de 2015

Domingo de la Ascensión




Hoy me gustaría reflexionar sobre dos acontecimientos, que vamos a celebrar en la Iglesia, en los dos domingos siguientes. Hablo de la Ascensión y de Pentecostés. Esta reflexión es fruto de la oración vicenciana que hoy he compartido con mi comunidad de formación.

En la ambientación se nos invitaba a no vivir estos dos acontecimientos de forma aislada, así como verlos en el sentido y dirección de plenitud de la Pascua, que venimos celebrando. Además, por si lo anterior fuera poco, esos dos momentos nos han de servir para resituar nuestra vida. 

Al respecto de esto último, me surgía mi reflexión. Pensaba y pienso en mi vivencia de los sacramentos, mis pasos en la Congregación, mi pastoral catequética, mis momentos de ocio, de estudio... en todos esos momentos, ¿tengo a Cristo como su centro? Siempre y cuando, toda mi vida tenga por centro a Cristo, mi vida se resituará desde Él. El resituar mi vida desde Cristo, significa para mi, dejar de ver-hacer todo desde mi y mis gustos y, hacerlo desde la voluntad de Dios para mi y mi vida. No es algo fácil, para mi no lo es, pues la tentación es grande, pero si estoy seguro que merece la pena, que no encuentro otra forma de vivir que mantener esa tensión de que Tú, Señor seas el centro de cuanto vivo.

Se nos proponía después la lectura evangélica de Mateo, que nos narra la Ascensión, en clave de testamento de vida y doctrina. Me llamaba poderosamente la atención, el momento en el que algunos dudan y vacilan; justo ahí, en ese momento, Jesús se acerca a ellos, no pasa, no sigue, no se queda con los confiados, prefiere acercarse y mirar a los que dudan...para tocarles el corazón. ¡Cuantas veces he dudado y te has acercado a mi! ¡Cuantas veces me has salido al encuentro en medio de mis dudas e inseguridades! ¡Cuantas veces te has parado y me has levantado! Que sea siempre agradecido, que seamos siempre agradecidos. 

El relato evangélico, tampoco se queda en eso, va a más... "Id y haced discípulos de todos los pueblos...". Siento, cada día de mi vida, la presencia de Cristo que me llama a seguirle. Me llama por mi nombre, de forma personal, no en abstracto, y, ¿a qué? Pues a salir, a ir, a confiar... me llama en definitiva, a decir SI con mi vida, a su llamada y a su plan de felicidad. 

"....en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo", ahí es nada, en el nombre de la Trinidad he de realizar lo anterior y, ¿qué significa eso?, pues ni más ni menos que, hacerlo con amor. El amor es lo que une, lo que relaciona a las tres Personas de la Trinidad. Recuerdo una frase que he escuchado en clase: no solo es que Dios nos ama, sino que Dios en sí mismo es Amor y, por eso nos ama de tal forma; pues que logre vivir yo de ese Amor y pueda llevar amor a mis hermanos. 

"Y sabed que Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo", porque Jesús siempre nos invita a la confianza, a saber que no estamos-estoy solo, que nunca me abandona; que no te abandone yo, es la petición en este sentido. 

Para terminar, utilizaré unas palabras del Papa emérito Benedicto XVI, que dicen: "encontramos en la cruz el inicio de su ascensión, con un único fin, atraer a todos los hombres hacia Él. Jesús aceptó subir a la cruz, sube al cielo para que disfrutemos de su gloria. Como lo hicieron sus apóstoles que después de verlo resucitado lo fueron a adorar".

No tardemos mucho más en dirigirnos a Dios y alabarle, adorarle, bendecirle, darle gracias... por todo lo que cada día nos regala, nos da. 

Gracias por dedicar un tiempo a leerme, te aseguro mi oración y te pido la tuya. 

Hasta la próxima.

31 de marzo de 2015

Ejercicios Espirituales: regalo y don de Dios

Con enorme alegría retomo la escritura de este blog. Lo hago no en una fecha cualquiera, sino en unos días del año que son regalo y don de Dios, los días de Ejercicios Espirituales. 

Esta vez los estamos viviendo en Getxo, Bilbao. Nos los dirige el P. Francisco Javier López c.m. junto con el Espíritu Santo, al que nos abrimos desde el principio…para que entre y airee la vida y sople avivando la gracia de Dios que hay en nuestro corazón.

La mañana del sábado la dedicamos a situarnos. Antes de profundizar, de avanzar, de continuar… hemos de saber dónde estamos, en dónde nos encontramos… Sin duda es muy necesario el mirar a nuestro mundo, en el que vivimos, compartimos y desarrollamos nuestra vocación.

Al estar aquí, no abandono lo ordinario, sino que traigo lo ordinario, el día a día, a estos días que son extraordinarios. A estos días de silencio, traigo el ruido de cada día; a estos días de oración, traigo las oraciones que haya hecho sin ganas…distraído; a estos días de descanso en Él, traigo los agobios, los momentos de estrés y de no poder más; a estos días sin pastoral, traigo a todos y cada uno de los jóvenes con los que comparto cada jueves la experiencia de Dios; a estos días sin clases, traigo mis estudios, mi entrega en ellas… A ti, Señor vengo con lo que soy, lo que hago, lo que vivo…para no olvidarlo, no apartarlo…sino transformarlo, en ti, contigo, desde ti, para ti.

“De descanso en Él”, porque no es igual descansar, que descansar en Él. Estos días están suponiendo para mí, un descubrimiento del mejor descanso, en Cristo. No es un descanso más, no es descansar por descansar…es un descansar en Él, dejarme en Él, decirle a Él…Vengo a ti, Señor, para seguir respondiendo con mi vida, para sentir esa paz y mansedumbre que siento cuando me miras y me dices: adelante, estoy contigo, adelante. En ti, contigo, desde ti, para ti… adelante en mi respuesta; a una llamada que me haces cada día.

La tarde del sábado, la hemos pasado “saboreando la dulce la alegría del Amor de Dios”. En ella hemos partido de la confesión: Dios es Amor (1 Jn 4, 8.16), para después preguntarnos acerca de dónde esta nuestro hermano.
La Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, nos invita a renovar nuestra alegría, la cual se tiene, si se experimenta. Para ello se hace necesario el encuentro renovado con Cristo. ¡Qué alegría disponer de estos días para favorecer ese encuentro renovado! El encuentro con Jesucristo ha de ser personal y comunitario, un encuentro íntimo, que transforme, mueva, remueva…un encuentro que cambia la vida y hace ver todo con la mirada del Señor, mirada de amor, confianza y fidelidad.

Al realizar esa confesión: Dios es Amor, nada puede seguir como hasta el momento de hacerla o, mejor dicho, de hacerla parte de nuestra vida. Que esa confesión sea una cosa más de las que digamos o, de verdad sea algo que fundamente nuestra vida, es tan importante como la vida misma. Al afirmar que Dios es Amor, no solo que Dios ama, que también, sino que Dios es Amor, y recordar que nosotros estamos hechos a imagen y semejanza de Él; hemos de poner el amor en nuestro mismo ser, estamos hechos a imagen y semejanza del Amor. ¿Podemos seguir igual? ¿Podemos no incorporar esto a nuestra vida? ¡NO! Es imposible dejar fuera tal maravilla… estar hechos a imagen y semejanza de un Dios, que es AMOR. Este Dios que es Amor, se revela definitivamente en Cristo, Hijo de Dios, que nos salva, nos ama y nos envía a amar. ¿En qué consiste mi vida - tu vida, sabiendo que el Hijo de Dios-Amor, nos ama y nos envía a amar? Entenderás que conteste a la primera parte de la pregunta, la otra te la dejo a ti; mi vida consiste fundamentalmente en amar y dejarme amar. Amar a TODOS, sin excepción alguna; amar a todos como hermanos, amar a todos con sus fallos, sus “cosas”… amarles sencillamente porque son mi hermano, mi prójimo… y ahí también esta Cristo, pero fundamentalmente, ahí también quiero estar yo.

Y la otra parte… dejarme amar… no es fácil dejarse amar, no es fácil dejar la “puerta” del corazón abierta para que entre Aquél a quien le estoy entregando mi vida a través de un SI, en los demás, en la Iglesia, en la Congregación… no es fácil, pero es realmente bonito y maravilloso…sentir a Dios que entra en mí, sabiendo lo que hay dentro; entra, mueve y remueve, limpia, purifica, consuela, calma, está y permanece, me impulsa…y a veces se queda quieto y siento el vacío, pero también confío, pido, hablo, oro; NO le olvido, porque Él sigue en mí, conmigo. 

Amar, amar, amar sin descanso. Benedicto XVI, recordaba: El amor es éxtasis, pero no como arrebato momentáneo sino como camino permanente. Que frase tan acertada… porque yo también pienso que amar no debe ser cosa de arrebatos, sino más bien de camino, de progreso, de avance…permanente. Vivir el amor, no como arrebato, sino como éxtasis-camino permanente puede ayudarnos a vivir un amor más profundo y verdadero.

Unido íntimamente al amor, va el destinatario del mismo; el hermano. Aquí, utilizo la palabra hermano, en sentido amplio, como amigo, prójimo, el otro, el de al lado… precisamente la pregunta es muy sugerente ¿dónde está tu hermano? La respuesta parece sencilla, pues podríamos afirmar con rotundidad: mi hermano está en cualquier “otro” distinto de mí. Pero realmente se vuelve difícil al estar incluidos en ese “otro”: el que me cae menos bien, el que me pone “zancadillas”, el que hace aquello que me molesta, el que habla así, el que hace asá… por eso, cuando decimos “en cualquier otro”,  hay que ser plenamente conscientes de lo que decimos. En este momento lo soy, quiero exactamente decir eso… lo único que necesito ayuda de Dios para llevarlo a cabo. La teoría, la teoría es mucho más fácil que la práctica. Solo, cuando veo a Cristo en el otro, me doy cuenta de lo que lo amo, por tanto, cuantas veces digo o hago algo que ofende al hermano, por ínfimo que sea, es en el momento en que no estoy percibiendo a Cristo en él, no porque no esté, sino porque yo no lo veo. Por eso, me parece fundamental ejercitarme en mirar, desde Cristo, toda la realidad. Habrá veces que incluso seguiré sin estar de acuerdo con ese “otro”, me seguirá molestando lo que haga el “otro”… incluso todo será igual; pero mi mirada será otra, desde Cristo. ¡Ay amigo! Como cambia todo, cuando miramos desde Él.

Gracias, a ti que has dedicado un tiempo a leerme... solo te pido una cosa: reza por mi. Te aseguro mi oración y mi abrazo en el Señor.




8 de junio de 2014

Oración en San Vicente; al Espíritu Santo

San Vicente de Paúl decía: "Dadme un hombre de oración y será capaz de todo". La oración es por tanto la fuente de la que brota toda actividad. Es decir, solo de la unión con Dios, en la oración, podemos llevar adelante cualquier cosa que nos propongamos.

Es importante ser una persona de oración pero también es importante saber cómo tiene que ser esa oración. Respecto a esto, San Vicente es muy claro y dice: "la oración debe estar informada de espíritu filial, de humildad, de confianza en la Providencia y de amor a la bondad de Dios". 

Ese sentirnos hijos de Dios, hace que le miremos y le hablemos como Padre, la confianza de la que también se habla, se apoya precisamente en este sentirnos hijos, en este poder dirigirnos a Dios con la confianza de hijos. Es básica la humildad, así en Hechos de los Apóstoles se nos dice: "El Espíritu Santo los llevó..." o "El Espíritu Santo los condujo..." Se nos resalta la importancia de ser dóciles, debemos dejarnos modelar en el molde de la santa humanidad de Cristo, permitirle, estar abiertos y dispuestos. 

El Espíritu Santo es el que ilumina la oscuridad, abre lo cerrado, mueve lo paralizado, da fuerza a lo débil, sostiene lo que va a caer, da forma a lo que no la tiene o la ha perdido, construye lo  destruido. 

Abrámonos a la acción del Espíritu Santo y dejémonos transformar por Él.

Termino esta entrada de hoy con una oración:

¡Oh Espíritu Santo! llena nuestra vida e ilumínala para que iluminada por ti, seámos dóciles y nos dejemos transformar para ser semejantes a Cristo.


A ti, gracias por dedicar un tiempo a leerme, lo mismo que pido para mi, lo pido para ti.

Un saludo y hasta pronto...


1 de junio de 2014

Oración: buscar la voluntad de Dios

 “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo corazón.” Jer 29,12-13.
Esta frase de Jeremías me sirve para introducir esta reflexión sobre la oración, la cual estará divida en varias entradas. Estas reflexiones tienen su origen en el retiro comunitario que ayer disfruté junto con la comunidad en Sotoserrano, Salamanca, de manos del P. Narcisco.
Doy gracias a Dios por cada retiro y cada momento de silencio y de oración de los que disfrutamos y del privilegio de estos momentos que ya en algún momento he comentado y que considero fundamentales para ponerme a la escucha  e interrogarme.
Estas reflexiones, fundamentalmente están basadas en la reflexión de los números de las constituciones de la Congregación de la Misión, dedicados a la oración.
Parto de algo muy básico: Cristo estaba unido al Padre por la oración. En ella buscaba la voluntad del Padre, una voluntad que dirige la vida / la misión y su entrega salvadora.
Cristo no sólo ora Él, no sólo permanece Él, unido al Padre a través de la oración; los discípulos le piden que les enseñe a orar (tienen deseo de esa unión con Dios-Padre) y Cristo les enseñaba a orar y les enseñaba algo más: a que oren siempre y sin desfallecer.
Ahora soy yo el que me interrogo: ¿busco la voluntad de Dios en la oración? Siendo sincero, cada vez más, PERO no siempre. Alguien me enseñó que la preposición PERO en una frase, funciona como borrador universal de lo anterior, así que lo aplicamos, y la respuesta a la pregunta es: NO SIEMPRE. Sí es un no siempre, es que hay veces (cada vez más) en las que si busco la voluntad de Dios en la oración y por lo tanto voy a referirme a las diferencias.
  • Cuando busco la voluntad de Dios en la oración: me preocupo por buscar la verdad de lo que Él quiere, y no me centro en lo que yo quiero.
  • Cuando busco la voluntad de Dios en la oración: me abandono en sus manos con confianza y no le abandono y confío en lo querido y deseado por mí.
  • Cuando busco la voluntad de Dios en la oración: rezo, oro, discuto, comparto, busco, pido, encuentro, hablo, doy, recibo…y no abandono toda palabra y búsqueda y simplemente actúo como creo o como quiero.
Por lo tanto son tres diferencias, las tres representan una mínima parte de lo que supone el número de diferencias existentes. Aunque pocas, son fundamentales para ver la diferencia entre una vida que busca en Dios y una vida que busca en uno mismo.
Para terminar, lo hago a través de una oración:
Dios Padre bueno, que a través de Jesucristo tu Hijo me ayudes a ser feliz siendo fiel a ti, a tu mensaje y a tu plan para mi vida. Te lo pido a ti, que eres Dios, con el Hijo y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
A ti, gracias por dedicar un tiempo a leerme, lo mismo que pido para mi, lo pido para ti. 
Un saludo y hasta pronto...

6 de mayo de 2014

Mayo, con M de Madre

Mayo es un mes precioso, no sólo por la experiencia de Dios en la belleza de la naturaleza, no sólo porque empieza a hacer buen tiempo, no sólo por eso, sino fundamentalmente porque mayor empieza por "M", igual que MARÍA e igual que MADRE.
El domingo celebramos el día de la Madre. Siempre he oído y escuchado que es un día creado por los centros comerciales, que es un día para comprar y regalar … Y puede ser, pero sí es eso, es en parte por nuestra culpa que llegamos a quedarnos en eso y no vamos a lo esencial: nuestra Madre.
Más allá de regalos, consumismo… Encontramos las palabras, que en mi caso cuando se refieren a mi Madre, se suelen quedar cortas; pero aun así quiero decirlas. Porque no porque las cosas sean insuficientes no hay que expresar las.
Lo que siempre me sale en primer lugar es GRACIAS, por darme la vida, cuidarme, educado en pie, acompañarme, entenderme los respetar ni selecciones y decisiones. Gracias por ser como eres, de ti y de tu forma de ser y actuar de aprendido SIEMPRE y sigo haciéndolo. Tú fortaleza y tu sonrisa en el caminar diario hacen que mi camino sería más feliz me veía muy acompañado por ti y aun en la distancia física.
Después de darte las gracias a ti, doy gracias a Dios por ti y por haber nacido de ti. A Él le pido que te siga bien diciendo y protegiendo.
El vínculo que se establece entre las madres y los hijos, creo que es un vínculo, una relación única y no comparable a ninguna otra; siendo esta mi opinión y experiencia, tanto en mi persona como a mi alrededor.
Cuando me refiero a este vínculo hago referencia a que fue ella, mi madre, la que me llevó, alimentó y protegió, dentro de sí misma, con su propio cuerpo. Es por ella por la que vine al mundo, una vida creada por Dios y gestada en mi madre. Es de ella de quien escuché las primeras palabras y quien me siguió alimentando y cuidando, junto con mi padre. Luego crecí y siempre ha estado a mi lado, de una u otra forma educándome y haciéndome ver lo que soy y lo que valgo. Es ella, mi madre, la que se sacrifica y acepta mis decisiones y elecciones. Es ella, mi madre, la que también pone su confianza en el Señor y me acompaña en el camino de mi vocación. Es ella, mi madre, la que me regala momentos y sonrisas únicas cada vez que voy a casa. Es ella y son muchas más.
Cada hijo tiene una madre y por los hijos, se conocen las madres y pude ver el domingo, en cada felicitación, UN GRACIAS MAMÁ. Todos damos gracias por ellas y por lo que de ellas hemos aprendido. Con sus errores y aciertos, nos educan, nos acompañan y sobre todo nos quieren por encima de todo.
Hoy quisiera rezar por mi madre y por todas las madres del mundo, para que imiten a María, ejemplo de madre y sean fieles a la responsabilidad asumida en la maternidad.
¡¡Madres!! Sed felices con vuestros hijos, sed ejemplo de amor y de unión en el matrimonio.
¡¡Hijos!! Sed respetuosos, sed agradecidos, sed confiados.
¡¡Maridos!! Sed cariñosos, valorad, respetad y amad a vuestras mujeres.
Me gustaría terminar con la oración que dirigió el Santo Padre Francisco por las familias. Solo te pido una cosa, a ti que lees: únete a la oración y hazlo con confianza.
“Jesús, María y José,
en ustedes contemplamos
el esplendor del amor verdadero,
a ustedes nos dirigimos con confianza.

Sagrada Familia de Nazaret,
haz que también nuestras familias
sean lugares de comunión y cenáculos de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas Iglesias domésticas.

Sagrada Familia de Nazaret,
que nunca más en las familias se vivan experiencias
de violencia, cerrazón y división:
que todo el que haya sido herido o escandalizado
conozca pronto el consuelo y la sanación.

Sagrada Familia de Nazaret,
que el próximo Sínodo de los Obispos
pueda despertar en todos la conciencia
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
su belleza en el proyecto de Dios.

Jesús, María y José,
escuchen y atiendan nuestra súplica. Amén”

Hasta pronto y GRACIAS!!