8 de junio de 2014

Oración en San Vicente; al Espíritu Santo

San Vicente de Paúl decía: "Dadme un hombre de oración y será capaz de todo". La oración es por tanto la fuente de la que brota toda actividad. Es decir, solo de la unión con Dios, en la oración, podemos llevar adelante cualquier cosa que nos propongamos.

Es importante ser una persona de oración pero también es importante saber cómo tiene que ser esa oración. Respecto a esto, San Vicente es muy claro y dice: "la oración debe estar informada de espíritu filial, de humildad, de confianza en la Providencia y de amor a la bondad de Dios". 

Ese sentirnos hijos de Dios, hace que le miremos y le hablemos como Padre, la confianza de la que también se habla, se apoya precisamente en este sentirnos hijos, en este poder dirigirnos a Dios con la confianza de hijos. Es básica la humildad, así en Hechos de los Apóstoles se nos dice: "El Espíritu Santo los llevó..." o "El Espíritu Santo los condujo..." Se nos resalta la importancia de ser dóciles, debemos dejarnos modelar en el molde de la santa humanidad de Cristo, permitirle, estar abiertos y dispuestos. 

El Espíritu Santo es el que ilumina la oscuridad, abre lo cerrado, mueve lo paralizado, da fuerza a lo débil, sostiene lo que va a caer, da forma a lo que no la tiene o la ha perdido, construye lo  destruido. 

Abrámonos a la acción del Espíritu Santo y dejémonos transformar por Él.

Termino esta entrada de hoy con una oración:

¡Oh Espíritu Santo! llena nuestra vida e ilumínala para que iluminada por ti, seámos dóciles y nos dejemos transformar para ser semejantes a Cristo.


A ti, gracias por dedicar un tiempo a leerme, lo mismo que pido para mi, lo pido para ti.

Un saludo y hasta pronto...


1 de junio de 2014

Oración: buscar la voluntad de Dios

 “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo corazón.” Jer 29,12-13.
Esta frase de Jeremías me sirve para introducir esta reflexión sobre la oración, la cual estará divida en varias entradas. Estas reflexiones tienen su origen en el retiro comunitario que ayer disfruté junto con la comunidad en Sotoserrano, Salamanca, de manos del P. Narcisco.
Doy gracias a Dios por cada retiro y cada momento de silencio y de oración de los que disfrutamos y del privilegio de estos momentos que ya en algún momento he comentado y que considero fundamentales para ponerme a la escucha  e interrogarme.
Estas reflexiones, fundamentalmente están basadas en la reflexión de los números de las constituciones de la Congregación de la Misión, dedicados a la oración.
Parto de algo muy básico: Cristo estaba unido al Padre por la oración. En ella buscaba la voluntad del Padre, una voluntad que dirige la vida / la misión y su entrega salvadora.
Cristo no sólo ora Él, no sólo permanece Él, unido al Padre a través de la oración; los discípulos le piden que les enseñe a orar (tienen deseo de esa unión con Dios-Padre) y Cristo les enseñaba a orar y les enseñaba algo más: a que oren siempre y sin desfallecer.
Ahora soy yo el que me interrogo: ¿busco la voluntad de Dios en la oración? Siendo sincero, cada vez más, PERO no siempre. Alguien me enseñó que la preposición PERO en una frase, funciona como borrador universal de lo anterior, así que lo aplicamos, y la respuesta a la pregunta es: NO SIEMPRE. Sí es un no siempre, es que hay veces (cada vez más) en las que si busco la voluntad de Dios en la oración y por lo tanto voy a referirme a las diferencias.
  • Cuando busco la voluntad de Dios en la oración: me preocupo por buscar la verdad de lo que Él quiere, y no me centro en lo que yo quiero.
  • Cuando busco la voluntad de Dios en la oración: me abandono en sus manos con confianza y no le abandono y confío en lo querido y deseado por mí.
  • Cuando busco la voluntad de Dios en la oración: rezo, oro, discuto, comparto, busco, pido, encuentro, hablo, doy, recibo…y no abandono toda palabra y búsqueda y simplemente actúo como creo o como quiero.
Por lo tanto son tres diferencias, las tres representan una mínima parte de lo que supone el número de diferencias existentes. Aunque pocas, son fundamentales para ver la diferencia entre una vida que busca en Dios y una vida que busca en uno mismo.
Para terminar, lo hago a través de una oración:
Dios Padre bueno, que a través de Jesucristo tu Hijo me ayudes a ser feliz siendo fiel a ti, a tu mensaje y a tu plan para mi vida. Te lo pido a ti, que eres Dios, con el Hijo y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
A ti, gracias por dedicar un tiempo a leerme, lo mismo que pido para mi, lo pido para ti. 
Un saludo y hasta pronto...