6 de mayo de 2014

Mayo, con M de Madre

Mayo es un mes precioso, no sólo por la experiencia de Dios en la belleza de la naturaleza, no sólo porque empieza a hacer buen tiempo, no sólo por eso, sino fundamentalmente porque mayor empieza por "M", igual que MARÍA e igual que MADRE.
El domingo celebramos el día de la Madre. Siempre he oído y escuchado que es un día creado por los centros comerciales, que es un día para comprar y regalar … Y puede ser, pero sí es eso, es en parte por nuestra culpa que llegamos a quedarnos en eso y no vamos a lo esencial: nuestra Madre.
Más allá de regalos, consumismo… Encontramos las palabras, que en mi caso cuando se refieren a mi Madre, se suelen quedar cortas; pero aun así quiero decirlas. Porque no porque las cosas sean insuficientes no hay que expresar las.
Lo que siempre me sale en primer lugar es GRACIAS, por darme la vida, cuidarme, educado en pie, acompañarme, entenderme los respetar ni selecciones y decisiones. Gracias por ser como eres, de ti y de tu forma de ser y actuar de aprendido SIEMPRE y sigo haciéndolo. Tú fortaleza y tu sonrisa en el caminar diario hacen que mi camino sería más feliz me veía muy acompañado por ti y aun en la distancia física.
Después de darte las gracias a ti, doy gracias a Dios por ti y por haber nacido de ti. A Él le pido que te siga bien diciendo y protegiendo.
El vínculo que se establece entre las madres y los hijos, creo que es un vínculo, una relación única y no comparable a ninguna otra; siendo esta mi opinión y experiencia, tanto en mi persona como a mi alrededor.
Cuando me refiero a este vínculo hago referencia a que fue ella, mi madre, la que me llevó, alimentó y protegió, dentro de sí misma, con su propio cuerpo. Es por ella por la que vine al mundo, una vida creada por Dios y gestada en mi madre. Es de ella de quien escuché las primeras palabras y quien me siguió alimentando y cuidando, junto con mi padre. Luego crecí y siempre ha estado a mi lado, de una u otra forma educándome y haciéndome ver lo que soy y lo que valgo. Es ella, mi madre, la que se sacrifica y acepta mis decisiones y elecciones. Es ella, mi madre, la que también pone su confianza en el Señor y me acompaña en el camino de mi vocación. Es ella, mi madre, la que me regala momentos y sonrisas únicas cada vez que voy a casa. Es ella y son muchas más.
Cada hijo tiene una madre y por los hijos, se conocen las madres y pude ver el domingo, en cada felicitación, UN GRACIAS MAMÁ. Todos damos gracias por ellas y por lo que de ellas hemos aprendido. Con sus errores y aciertos, nos educan, nos acompañan y sobre todo nos quieren por encima de todo.
Hoy quisiera rezar por mi madre y por todas las madres del mundo, para que imiten a María, ejemplo de madre y sean fieles a la responsabilidad asumida en la maternidad.
¡¡Madres!! Sed felices con vuestros hijos, sed ejemplo de amor y de unión en el matrimonio.
¡¡Hijos!! Sed respetuosos, sed agradecidos, sed confiados.
¡¡Maridos!! Sed cariñosos, valorad, respetad y amad a vuestras mujeres.
Me gustaría terminar con la oración que dirigió el Santo Padre Francisco por las familias. Solo te pido una cosa, a ti que lees: únete a la oración y hazlo con confianza.
“Jesús, María y José,
en ustedes contemplamos
el esplendor del amor verdadero,
a ustedes nos dirigimos con confianza.

Sagrada Familia de Nazaret,
haz que también nuestras familias
sean lugares de comunión y cenáculos de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas Iglesias domésticas.

Sagrada Familia de Nazaret,
que nunca más en las familias se vivan experiencias
de violencia, cerrazón y división:
que todo el que haya sido herido o escandalizado
conozca pronto el consuelo y la sanación.

Sagrada Familia de Nazaret,
que el próximo Sínodo de los Obispos
pueda despertar en todos la conciencia
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
su belleza en el proyecto de Dios.

Jesús, María y José,
escuchen y atiendan nuestra súplica. Amén”

Hasta pronto y GRACIAS!!

4 de mayo de 2014

Resurrección: testimonio y alegría


Antes de comenzar con la reflexión por la cual escribo esta nueva publicación, me gustaría comentar brevemente mi experiencia de la Pascua rural en Zamora. Lo primero es dar gracias a Dios por permitirme compartir con el grupo de personas que formábamos una comunidad en misión, gracias por cada detalle, cada palabra y por todo el compartir. En segundo lugar gracias por cada pueblo que visitamos y en donde Cristo está presente. En la sencillez de esas personas se refleja el rostro tierno y cercano de Jesús. No piden nada y lo dan todo, fieles a sus tradiciones y amables con los que venimos de fuera.

En cada pueblo hay una persona que siempre te toca el corazón de manera especial, recuerdo a muchos de ellos y los tengo muy presentes en mi oración, así como también pido por los jóvenes de esos pueblos o que visitan el pueblo en Semana Santa, pido que no den la espalda a Dios, que vivan de cara al que es Camino, Verdad y Vida, y que tengan muy presente lo que dijo el Papa emérito Benedicto XVI que Cristo no quita nada, más bien lo da todo.

La Pascua rural acababa con la celebración del Domingo de Resurrección y ahí está la base de mi reflexión de hoy: ¡CRISTO HA RESUCITADO, ALELUYA!


Cuando se nos anuncia la resurrección de Cristo podemos sentirnos alegres y contentos como todos los años que la hemos celebrado, o por el contrario, podemos experimentar a Cristo Resucitado en nuestra vida. Si, escojo la segunda.

Nosotros (yo) debemos ser testimonio de esa luz pascual, esa luz que es vida. Debemos siempre y en cualquier circunstancia ser testimonio de esa luz que disipa cualquier tiniebla e ilumina cualquier vida, por muy oscura que sea. Es la luz de Cristo que habiendo muerto, vuelve a la Vida y con ese volver a la Vida, nos abre el camino a nosotros hacia ella. No es cualquier luz, no es una luz que se funde o se apaga, es luz de vida eterna, que por mucho que tapemos u ocultemos, ella no se apaga, sigue encendida e ilumina todo aquello que somos y hacemos, siempre y cuando se lo permitamos.

Debemos por tanto ser testimonio de Cristo Resucitado, que sea Él quien ilumine nuestra vida con su palabra, su presencia…y que nosotros abramos nuestra vida a Él, que es Camino, Verdad y Vida. La mejor forma de ser testimonio es siendo coherentes. Nuestra coherencia consiste en vivir aquello de lo que hablamos, aquello que experimentamos. De  nada vale decir, comunicar, expresar… sobre Jesús, sobre la Iglesia y sobre todo lo relacionado con la experiencia de Dios, si no lo hacemos vida. Debemos ser fieles a Jesucristo y siéndolo, vivir en coherencia con esa fidelidad, solo así podremos ser testimonio que ilumine a los demás.

Unido a todo lo anterior se encuentra el sentimiento de alegría que debemos experimentar en nuestra vida al saber que Cristo ha resucitado. Esa alegría tendría por fuente el Resucitado y en los demás el lugar donde vivirla y contagiarla.

No puede ser que no se nos note que Cristo ha resucitado. Esta idea no es mía si no del superior de mi comunidad que ha insistido en que debe notársenos en la cara y debe ser un interrogante para los demás.

En medio de este mundo en el que vivimos, lleno de situaciones desgarradoras, alejadas de Dios, terribles, de pena y angustia, tenemos que ser portadores de la esperanza por la alegría. Nada puede ser igual después de conocer y experimentar la vida nueva en Jesús, Hijo de Dios.

Me despido ya, no sin antes darte las gracias a ti que me has leído y asegurarte mi oración. Te animo a que seas portador de esperanza y testimonio de alegría para todos los que te rodean.

Hasta pronto…