14 de abril de 2014

Tercer día- experiencia de Dios en la Eucaristía y en la oración

Esta mañana se nos ha hablado de la Eucaristía como centro de la vida y la misión. Recojo algunas reflexiones que han ocupado mi mañana y me han hecho reflexionar profundamente.

Comenzaba diciéndome que si afirmamos que Cristo es el centro de TODO, la Eucaristía se convierte en esencial en nuestra vida, en fuente y alimento de todo lo demás. De la Eucaristía recibimos (recibo) la fuerza para alimentar la fe y la vocación. Ante estas afirmaciones me preguntaba, si la vivimos (vivo) así o si por el contrario forma parte de la rutina diaria o dominical... 

Si decimos, creemos y sentimos, que en la Eucaristía hacemos memoria, renovamos, hacemos nuevo... en definitiva, renovamos la fuerza salvadora de aquél acontecimiento, NO puede ser algo más, no puede ser un mero cumplir, no puede ser un ir y ya... tiene que ser un VIVIRLA, un HACERLA VIDA... Debemos comprender el misterio pascual para vivirlo.

A la vez que es centro de nuestra vida, también es fuente de la misión. La Eucaristía se convierte en un autentico envío. Una vez que experimentamos al Resucitado en la eucaristía, quedamos invitados a anunciar/compartir lo vivido y experimentado; nos convertimos en comunidad ENVIADA a dar testimonio de aquello que han visto y oido. Esto ocurrirá cuando la Eucaristía sea vivida y hecha vida...si no quedará en ese cumplimiento que antes dije y no provocará ese sentimiento de salir a contar, ese sentimiento de envío.

Siempre he dicho que hay que buscar en cada día lo diferente, que ningún día es igual a otro, que por mucho que hagamos las mismas cosas, siempre son distintas y cada día tiene sus cosas nuevas. Desde que estoy en comunidad, he visto como entre muchas cosas, la novedad de cada día, la aportaba la Eucaristía, siempre igual y siempre distinta, siempre renovadora, siempre fuente de aguas distintas... una Eucaristía que se convierte en el centro de novedad y de todo lo nuevo de cada día, es una Eucaristía que ayuda a ser feliz en el día a día. Sin duda alguna, debemos librar los cotidiano de la rutina, debemos librarnos de la rutina y que cada día sea nuevo, lleno de oportunidades y no de rutinas y repeticiones que hacen que se pierda el sentido de lo que hacemos.


La tarde ha sido enfocada a la experiencia de Dios en la oración. A continuación reflexiono sobre algunos puntos en concreto, no me quiero extender mucho.

Partimos de una necesidad, necesidad de orar, necesidad de hablar, de dialogar con el Padre y con aquél en quien se manifiesta, el Hijo. Jesús como revelación definitiva de Dios. Orar, la oración, es algo mas que una obligación, algo mas que repetir y decir... es siempre y debe ser siempre una necesidad que tengamos y sintamos. 

No hagamos mala oración, que no nos valga cualquier cosa, que no hagamos oración para salir del paso...NO. Si nos preocupa nuestra vida, si tenemos a Cristo en el centro de ella, si estamos unidos al Padre y seguimos al Hijo... brotará la oración. Si nuestra vida es auténtica existirá oración sincera.

Una expresión que me ha encantado es: a orar, vamos con nuestra vida. A la oración, vamos con lo que somos, con lo que hacemos, con lo que llevamos a la espalda... y vamos con todo a verlo desde Dios. Debemos comprender nuestra vida para transformarla.

También he dicho siempre que la vocación nace, crece y se desarrolla en la oración. Hoy lo han planteado asi: la vocación es una planta que necesita de un clima favorable para crecer, ese clima es el de oración. Es fundamental llevar una vida de oración, una vida que sea oración, una vida que refleje esa oración... en un vida así, Dios nos hablará y nos mostrará el camino a seguir para ser fieles y siendo fieles, felices.

Y por último, algo que parece que muchas veces se me olvida, a mi personalmente: que la oración debe llevar a un compromiso, a una decisión... 

A ti, que me has leido, te doy las gracias y te aseguro mi oración para que vivas y hagas vida la Eucaristía y tu oración sea cada vez mas íntima y te procure esa experiencia de Dios.

Hasta pronto...


2 comentarios:

  1. Si Dios fuera el centro de TODO SIEMPRE pienso que no estaríamos tantas veces agobiados, tristes, cansados... ¡¡¡ Qué importante qule Dios sea nuestro centro!!!

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  2. Querida Celia, vas a ser la primera a la que conteste y es que me gusta tu reflexión...vas a tener que ayudarme... En mi opinión, si Cristo es el centro y nos agarramos a Cristo como centro, de Ël nace la alegría, la tranquilidad, el descanso, el relax...solo que hay que saber cómo, dónde....y se nos habla de oración, meditación, lectura, silencio, ayuda, voluntariado, celebración de los Sacramentos.... incluso hacer lo mismo pero con los ojos de Jesús, fácil y a la vez taaan difícil. Que importante que Dios sea nuestro centro!!! Gracias Celia!!!

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